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Mostrando entradas de marzo, 2021

La lucha por el presente

Un infante quiere agarrar el agua tibia que cae del grifo al suelo de la bañera y se sorprende cuando se da cuenta de que, aquello que es visible, aquello que, en apariencia, es palpable —¡mira como cae, mira!— no lo es. Eso nos pasa, a todos, con el tiempo: no es visible como lo podría esa agua del grifo, pero sí que nos marca físicamente. Nos envuelve, nos oxida como el hierro, nos madura como la fruta, nos corroe como el viento en la piedra caliza de las montañas. El tiempo es relativo: el tedio, la espera a algo, frena el tictac del reloj, el sufrimiento lo ralentiza todo, en cambio, al contrario, toda diversión lo acelera, la velocidad y el ritmo del tiempo hace que toda conciencia de su paso quede anulada. Hasta que, un día, uno es incapaz de desmigajar los hechos del pasado, ver cómo se ha llegado a ese punto. La adrenalina entumece la consciencia del paso del tiempo. Lo cotidiano, lo ensombrece. El tiempo es, como dijo Franz Kafka en sus notas, bajo el título Él (1920) (dentro